domingo, 30 de noviembre de 2008

Último capítulo de la aventura Belga

Kevin hizo de guía de lujo, y nos enseño una ciudad que podría competir muy justamente con las otras dos. Las tres con sus rincones, con sus curiosidades y con su imponente arquitectura gótica.

Por la noche y destruidos, partimos hacia Amberes. Allí nos esperaba una agradable sorpresa. La habitación de tres era realmente un palacio con 5 camas y con un sofá cama. Y el dueño del hostal no podía ser más amable. Esa noche nos hicimos unas pizzas porque la “habitación” tenía cocina. No tardamos mucho en acostarnos, estamos muy cansados. Y al día siguiente nos tocaba caminata.

Amberes (Antwerpen ) es una ciudad más nueva, por lo que no tiene el encanto medieval que tienen las demás, pero su centro (el Grotten Markt) si tiene edificios muy bonitos e iglesias que evocan tiempos pasados y oscuros. Aún así, la impresión de la parte nueva es ciertamente agradable y las vistas que se tienen en la ribera del río que teníamos frente al hotel eran espectaculares. Se me olvidaba comentar que el lunes por la tarde, en Amberes, aprovechamos para hacer (o intentarlo) unas compritas por allí.

La aventura tocaba a su fin, y es misma noche teníamos que volver a Bruselas para partir de allí hacia el aeropuerto, ya que el avión de César salía a las 6 de la mañana. Tras hacer las compras dar una última vuelta por el Grotten Markt, fuimos al hostal, cogimos las maletas y de vuelta a Bruselas.
Pues ahí estábamos de nuevo el Bruselas, sin sitio para dormir y a 20 horas de que saliera nuestro avión. Estábamos también sin dinero, asique tuvimos que sacar de un cajero, buscar la parada del bus donde cogeríamos el que nos llevara a Charleroi y hacer tiempo.

Eran poco menos de las 20 y teníamos una baguette integral, una tarrina de philadelphia y una bolsa de patatas… empezaba la verdadera aventura. Dirigimos nuestros pasos al MacDonalds´s y una vez allí nos escondimos en un rincón, ataviados con las maletas, los víveres y 6 cheeseburgers, dispuestos a hacernos fuertes hasta que nos echaran. Una vez allí atrincherados, decidimos que, como íbamos a hacer noche en el aeropuerto, a las 4.30, con el primer autobús, nos iríamos a Charleroi con César. El qué hacer hasta esa hora tan intempestiva, era un misterio. Pero en medio de la noche, rodeados de gente de otros países, y observados por las caras de las fotos del MacDonalds´s, alguien propuso ir a una cervecería llamada Delirium. Nos echaron del MacDonalds´s y partimos en busca de nuestro destino.
Quien nos mandaría.

Con la sana intención de probar unas cuantas cervezas Belgas, nos metimos de lleno en aquella cervecería y empezamos a pedir. Cuatro cervezas (cervezazas) después, los tres muchachos que entraron no eran ni la sombra de lo que habían sido al entrar.
Vaya moco. Como dijo un Grande alguna vez, empezamos la velada en el club de caballeros charlando sobre Schopenhauer… y falta escena. Benditas las cámaras de video que rellenan nuestras lagunas.

Aún me estoy preguntando como conseguimos llegar al autobús, montar y llegar al aeropuerto, sanos, salvos y con todas nuestras pertenencias… aunque ahora que lo pienso muy sanos no llegamos.
De cómo dormimos, de donde dormimos y de cómo se desarrollaron los instantes posteriores al amanecer, os podréis enterar en el video que pronto prepararé…
Hasta entonces, un saludo y buena suerte.

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