Finalmente llegó el taxi. Un señor muy amble nos explicó que no podíamos beber en su taxi y nos llevó, con una magnífica música de fondo al pabellón Flanders, donde la fiesta había empezado hace poco. A mitad de camino, y tras ver un coche de la ID&T, descubrimos que el taxista era… TRANCERO!!! Nada más y nada menos que fan de Armin van Buuren con sus cuarenta y pico años!! Como se cuidan las orejas en Bélgica.
Nos dejó en la puerta prácticamente y a la cola. Nos emocionábamos por momentos, las proyecciones en el exterior, las copas que empezaban a hacer efecto… Y el máximo de locura llegó cuando César nos informó de que había conseguido entrada… por SESENTA EUROS!!!
Tras una hora de cola nos metimos en el recinto y fuimos directos a por una camiseta, esta vez no pasaría como en el creamfields… compramos unos tickets de bebidas y nos pillamos la primera cervecita…
Lo que sucedió a continuación y hasta las 6 de la mañana no tiene nombre ni es posible describirlo con palabras. Underworld en directo, Justice, Dr. Lektroluv, Magda… sin palabras… ya veréis vídeos.
Nos perdimos, anduvimos solos y por nuestra cuenta un buen rato y finalmente, nos reunimos de nuevo en el tranvía de vuelta a casa. Ni si quiera nos acordamos de que había after-party cerca de casa. Estábamos molidos.
Un ambiente genial, una música brutal, y una experiencia que sin ninguna duda repetiremos el año que viene… pero todo no había acabado.
El domingo teníamos pensado ver Gante, y como por la noche teníamos reservada una habitación triple en Amberes, teníamos que coger de nuevo el tren.
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