lunes, 30 de marzo de 2009

1x02: Live together, die alone

Una vez en el pueblo, lo primero que teníamos que hacer era averiguar dónde estábamos y que íbamos a hacer. Desafortunadamente, Googlemaps nos dijo que no íbamos a hacer otra cosa que vagar por ese pueblo ya que no había nada (literalmente) alrededor. Tras hacer una compra en el supermercado más caro de Grecia, el cual estaba justo enfrente de un Dia (esto no lo averiguaríamos hasta el día siguiente) nos propusimos comenzar la búsqueda de un asentamiento para hacer la carne que habíamos comprado y pasar la noche en nuestra nueva tienda de campaña.

Recorrimos una carretera por el arcén, buscando un sitio alejado (acampar está prohibido en Grecia) y cuando por fin encontramos un desvío que parecía prometedor, no dudamos en tomarlo. Pero el líder de la expedición, decidió que debíamos separarnos para hacer una pequeña avanzadilla. En esta incursión en territorio desconocido, vimos pastores, perros salvajes y ovejas delatoras (eran ovejas con detector de presencia, emitían un curioso sonido cuando te veían). Y al fin encontramos un sitio bastante bueno, resguardado de miradas curiosas y bastante plano para poner la tienda. Lo único malo era que los utensilios agrícolas de la cabaña que estaba al lado estaban bastante limpios… pero confiamos en nuestra suerte.

Al volver al punto de reunión, la expedición de nuevo se escindió en dos (terribles augurios traía esta dicotomía) y quedaron de nuevo los dos habitantes de mi camarote, solos frente al peligro. En pocos minutos, habitantes nativos comenzaron a rondar las proximidades y debido quizá a que no exhibían muchas pintas de estudiantes o a lo apetitoso que pueden resultar dos personas y cinco maletas con pinta de niños de ciudad en medio de un campo, un servidor reclamó la presencia del resto de la expedición. Esta llegó segundos (de nuevo, literalmente) antes de sufrir una emboscada por parte de los nativos (hostiles desde luego desde mi punto de vista).

Tras desandar el camino recorrido, y tras otro encuentro con los hostiles, el grupo empezó a resquebrajarse, hasta el punto que la mitad decidió hacer noche en el puerto, al abrigo de unos agentes de seguridad portuaria, que como el resto del mundo en aquel pueblo dejado de la mano de Dios, no trabajaba ni éste último.

Los más valientes, decidieron continuar con el propósito de la expedición, que no era otro si no acampar. Encontraron un sitio fetén, al abrigo de miradas indeseadas y bien camuflados en la fría noche griega. Tras montar la tienda, volvieron a contactar con la otra parte de la expedición, que más tranquila, y con la compañía de una botellita de vermouth, acudieron alegres a la llamada.
La noche volvió a trascurrir sin sobresaltos, pero con mucho mucho frio.

A la mañana siguiente, continuarían las exploraciones para encontrar nuevos emplazamientos para el campamento base.

sábado, 28 de marzo de 2009

LOST IN BARI




Esta es la historia de cuatro jóvenes que se embarcaron sin saberlo, en una aventura, en un viaje de autodescubrimiento, de aprendizaje. Todo estaba “perfectamente” planeado, las rutas, los días, los medios de transporte. Esta era el plan. Y lo que vais a leer a continuación, lo que en realidad ocurrió.




1x01: Capitulo Piloto

Todo comenzó la mañana del 22 de marzo de 2009, en Roma, Italia. Habíamos quedado a las 9 en la estación de Tiburtina para coger un tren al aeropuerto, y luego, el vuelo que nos dejaría en Bari un poco más tarde de las doce. Una vez montados en el tren, tuvimos noticia de la última baja (sumando cuatro a la expedición.) Éramos cuatro, pero decididos y valientes, y provistos con sacos y tiendas de campaña nos disponíamos a partir hacia el sur para recorrer sus cálidas playas e inaugurar así el verano. Necios…

Una vez en Bari, tras un vuelo muy corto y sin incidencias, nuestra astucia se hizo patente al intentar alquilar un coche sin tarjeta de crédito y sin reserva previa. Para más inri, y demostrando una valentía que luego flaqueó en algunos, decidimos poner rumbo al puerto más próximo para montarnos en el primer ferry que partiera, alejándonos de una tierra carente por completo de interés, ahora que no teníamos coche.

Ese destino resultó ser un pueblo de Grecia llamado Igoumenitsa. Pero antes de llegar allí tendríamos que pasar todo el día en Bari. Tuvimos suerte, y las amables señoritas de la compañía de ferrys nos permitieron dejar todas las maletas en la oficina para poder visitar tranquilamente la ciudad. Vimos una fuente y el paseo marítimo. Ah y comimos una cosa típica de allí que no me acuerdo de cómo se llama.

Tras el elaboradísimo tour, dirigimos nuestros pasos hacia el puerto, donde nos sorprenderíamos de la poca pinta de estudiantes Erasmus que tenían nuestros compañeros de viaje… afortunadamente teníamos unos maravillosos camarotes donde dejar las maletas y donde dormir (quien pudo, porque el nuestro tenía el termostato destruido).

Tras una rápida cena en el restaurante y una visita rápida a la cubierta (donde la oscuridad de la noche abrazando a las tenebrosas aguas del Adriático atenazaba al corazón del más valiente) decidimos hacer uso de las literas del camarote como se debía. Ni duchas ni sueño, allí no había quién durmiera. Los vaivenes del barco hicieron que las dos personas que estábamos en el camarote tuviéramos que subir a cubierta a cerciorarnos de que el mar seguía abajo y el cielo arriba. Tamaña sorpresa la nuestra al salir, cuando descubrimos no solo que no solo nos equivocábamos en la disposición de cielo y tierra, si no que a las 5.30 de la mañana ya era de día. A tomar por culo ver amanecer en el mar. Volvimos a la camita, y nos despertamos justo para desembarcar alrededor de las 10 hora local (no es la misma que en España) en un pueblo en el que nos quedaban muchas cosas por pasar…