viernes, 3 de abril de 2009

There´s no place like home (part one)

A la vuelta, la otra parte de la expedición estaba refugiada en la tienda mientras unos perros daban buena cuenta de los restos de comida… muy divertido todo. Tras charlar animadamente en la casetilla, vencidos por el frio decidimos continuar la amena mañana en la tienda. Pocas manos de escoba después, empezó a llover… así que nada, nos pusimos a mirar al techo y nos quedamos dormidos.

Cuando despertamos el sol casi quemaba y algunos aprovecharon para coger solecito, pero no duró mucho, recogimos enseguida, haciendo caso a las predicciones del líder del grupo, que auguraban lluvia inminentemente y nos dirigimos hacia el pueblo para coger un taxi.

Una vez llegamos al pueblo, mientras caminábamos hacia el puerto, la lluvia nos volvió a coger desprevenidos y no nos quedó otro remedio que meternos en una especie de kebab (el nombre era otro, pero no me acuerdo). Era un sitio acogedor, pollos asados daban vueltas junto a cabezas de cordero y un rollo de carne presidia el mostrador. Animados por el bajo precio de las pitas (los kebab de allí) nos pedimos 3 y dos pollos, que resultaron ser un poco más pequeños de los que vimos en la granja, fíjate si eran pequeños que no tenían ni muslos, eran un cuello con media pechuga y un alita… extraños pollos los pollos griegos…

Tras comer y recoger los bártulos de nuevo, pusimos rumbo al puerto y esperamos allí, tras asearnos un poquito (llevábamos sin ducharnos desde la ida en el barco) a que cayera la noche. La espera se hizo más amena comprando recuerditos y escribiendo alguna que otra postal, y finalmente una hora antes de la partida conseguimos embarcar con la esperanza de pillar camarote.

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